sábado, 15 de mayo de 2010

ADIÓS, ANTONIO



Ahora está de moda hablar bien de los muertos, dicen por ahí. Lo políticamente correcto impera y se alteran recuerdos, lo raro se vuelve bonito y lo extraño, original. No creo que podamos hacer eso en el caso de Antonio Ozores. Porque es que, haciendo memoria, Antonio hablaba muy raro.
No creo que hayan existido muchos humoristas en lengua castellana por esa afición de trastabillarse, de acelerar y decelerar el ritmo de los diálogos, en algo que debió de ser una pesadilla para sus directores, aunque bien es cierto que dio no pocas improvisaciones muy graciosas.
Su estilo era divertido y desordenado. Gracias a mi buen amigo Chespiro, pude leer su particular biografía, un libro endemoniadamete estructurado, con anécdotas sin orden cronológico ni temático... pero aún así muy elegante, un oasis en una época en la que parece estar de moda lanzarse los trastos entre compañeros de profesión. Antonio generaba buen ambiente y eso explica que tuviera una copiosa carrera en teatro y cine (en el segundo muchas veces a lás órdenes de su hermano Mariano), sin importarle ser co-protagonista o apenas un puñado de líneas.
Si hubiera sido británico las absurdeces que hacía hubieran sido llamadas humor inteligente a lo Mony Pithon, pero al ser español, no habrían sido en ocasiones tan criticadas por un cierto sector más esnob, pero ante el gran público en general la taquilla siempre le respetó, a él y a sus hermanos. Antonio hacía gracia y muchas de su frases se recordaban entre quienes las vieron, nacido siempre para la sonrisa amable y un agradable interludio, salvó varias películas más bien malas con algún gag muy ocurrente.
Últimamente parece que esta generación está bajo riesgo de extinción. No hace tanto escribíamos una entrada similar sobre "El Morito" (con quien precisamente Antonio compartió varias comedias tan inofensivas como graciosas), hace ya un poco más que la pluma de Azcona dejó de escribir, Agustín González se fue en el último telón... Fueron una generación irregular, tenían todo el talento del mundo y brillaban con mayor fuerza cuanto mejor era el reto, pero estuvieron en esa fase oscura llamada Destape y casi nunca se quitaron muchos de ellos el sambenito de perseguidores de suecas. Pero quizás por eso el cariño de la gente por tipos como Antonio era más sincero y espontáneo de lo que nunca podría ser el aplauso de la crítica. La gente no quería cine de autor, les bastaba con que Paco Martínez Soria se cabrease con Ozores (por cierto que también les pasó en la vida real, ya que don Paco no estaba acostumbrado a secundario como Antonio, que robaban muchas carcajadas y simpatías casi con estar sentado).
Si tuviera que quedarme con dos atuaciones suyas quizás sería precisamente sería la escena versus don Paco en un concurso de la tele, donde Antonio interpretaba a un relamido individuo que se sabía la enciclopedia como si fuera Menéndez Pidal. No sé quién le recomendó que pusiera esa cara y se pusiera ese horrendo jersey, pero lo bordó. También me gustó muchísimo el sacerdote que hizo en "Los bingueros", realmente inusual, para mí, el mejor de esta peli del dueto Pajararés-Esteso, ahora tan defenestrados, pero que en aquellos días eran una máquina de hacer dinero.
Antonio era el producto de uno de los clanes de actores más conocidos de este país, valenciano de origen y muy apegado a su tierra, como recordaron muchos en su velatorio. La enfemedad se le había prolongado y ya no estaba en cartelera desde "Pelotazo Nacional" (1.993) pero seguía en el teatro, junto con Emma. Y a pesar de ello, la gente siguió preocupándose por él, Andreu Buenafuente lo entrevistó y hasta el genial monologuista no tuvo reparos en presentarle como uno de los pioneros del humor español, series en aquel momento en auge como "Camera Café" le invitaban a hacer cameos...
En ocasiones engañado fácilmente con el pan y circo, el pueblo a veces tiene una sensibilidad y un cariño sincero que supera con mucho al de gente supuestamente más ilustrada o fina. Eso halla uno de sus últimos ejemplos con Antonio Ozores.

miércoles, 12 de mayo de 2010

ANATOMÍA DE UNA BIOGRAFÍA

Iba camino de ser una de esas historias que las gentes del barrio repetían una y otra vez. ¿Te acuerdas de aque chico?Ah, sí, qué pena... lo que hubiera llegdo a ser de no haber sido por, bueno, ya sabes...
Efectivamente, las malas circunstancias de Alan al nacer y su propio pasado, donde amigos poco recomendables le salpicaban, le exoneraban de tener que rendir cuentas de su talento desperdiciado. ¿Qué más daba que ese muchacho de orígenes modestos pasase tanto tiempo en la biblioteca? Lenguas maliciosas afirmarían que era sin duda un escondrijo de sus trapicheos con las drogas y una nueva nota de arrogancia para con sus profesores, una demostración de que él no tenía nada por aprender allí. Sí, era cuestión de tiempo que apareciera muerto en un callejón oscuro o dejase preñada a alguna golfilla y al final tuviera que sentar la cabeza y adquirir algún oscuro trabajo para malvivir mes tras mes.
Mas a veces, pese a viento y marea, surgen espíritus tan fuertes que sabrían abrire camino hasta en los campos más adversos. Napoleón tardó pero finalmente comprendió que Córcega le quedaba chica, Ramanujan al fin encontró ese pequeño libro básico con el que hacer volar su formidabe imaginación matemática, Cleopatra apenas necesitó una alfombra para dejar de ser una reina de bandidos alejada del Nilo por su hermano... Alan Moore por su lado sería consciente de su vena literaria, que él había nacido por y para narrar con un estilo único las aventuras y las desventuras de unos personajes dibujados, para desafiar a toda una industria y grabar su nombre con letras de oro dentro del almanaque de la heterodoxia.
Este libro me vino recomendado por mi buen amigo Chespiro, llamándome la atención de que (tras mucho tiempo) se diera una biografía en castellano del autor inglés, a la par que, su autor fuera un joven escritor cordobés, nacido en 1.981 (lo cual no puede suscitar en mí otra cosa que la más sana de las envidias). J.J Vargas coloca un atinado subtítulo "La Autopsia del héroe", terriblemente acertado, bajo mi modesto juicio. Efectivamente, Moore ha redefinido un tipo de hacer cómics, Sabina cantaba que las niñas ya no quieren ser princesas y a los niños les daba por perseguir el mar dentro de un vaso de Ginebra, Alan nos demostró que los héroes no lo son bajo la capucha y que persiguen en capas blancas sus viejas frusraciones en un océano de complejos.
Muchos me matarían (probablemente con razón) por establecer semejante símil, pero me gustaría decir que Watchmen es el equivalente en el ámbito de los súper-héroes a El Quijote. No quiero moverme en bosques oscuros, pero admitiremos que las dos piezas ahondan, se burlan y finalmente empatizan con un universo al que ridiculizan para, a través de un espejo deformado, reflejar una realidad social y política turbia, no sin sentido del humor (más en el caso de Cervantes que en el de Moore en este último factor). Al igual que el camino al Toboso, los que se adentran en este tomo denso y grueso (Muchachada Nui lo ha parodiado con muchísima gracia), no pueden hacerlo a pecho descubierto, pues si no se conoce el mundo ficcional precedente, se pierde ese gigantesco test de Roscharc, que Gibbons y Moore brindan. Por cirto, que acabó fatal por los derechos con DC y es que, los bardos también comen y saben que poderoso caballero es don dinero.
El exhaustivo análisis a las circunstancias de Watchmen y su buen manejo de la bibliografía (incluso está el no tan lejano libro monográfico de R. Marín, que comentamos en nuestro primer mes de andadura), muestran un buen aprecio por la obra de Moore por parte de Vargas. Pero no solamente con esta pieza tan conocida y manoseada, sino con V de Vendetta (no es tan descabellado lo que propone allí y es probablemente la mejor manera de explicar lo que es el fascismo a una persona joven) y otros trabajos clásicos, como pueda ser La Cosa del Pantano, donde firmó una etapa irregular pero brillante. Y es que sus momentos de sequía y frustración no deben ser abandonados, se nota que Vargas ha hecho un esfuerzo de biógrafo admirable, tratando de distanciarse del objeto de estudio, aunque es evidente, como muestra el epílogo, que en el fondo sigue siendo ese niño (un niño que sabe escribir muy bien, la verdad sea dicha) que buscaba entre tebeos, no por el disfraz más espectacular o la heroína con más generosas caderas, sino porque el guión llevará cierta firma.
La estructura de la obra es muy coherente y cronológica, aunque nos gustría saber más de sus primeros y oscuros años, donde debe ser muy complejo descubrir algo, debido a lo poco que ha dicho de la misma en entrevistas y a sus tenebrosas pistas de salida. No obstante, sospecho que cuando alguien consiga acercarse más a ella, una vez tengamos esta entrada, muchas cosas podremos explicarnos de este aprendiz de mago, el más freak de todos los genios, el más genio de todos los freak... El tipo que con una simple historietilla hizo que un tipo con calzones rojos y capa no fuera ridículo, sino emotivo y un alegato por la nostalgia, con el final más redondo que en mucho tiempo hemos podido leer.

Después le han venido fases típicas de los niños prodigio. Es fácil tacharles de quemarse antes de tiempo, como meteoros tan violentos como efímeros, al entrar en contacto con la atmósfera. Pero no se derrumbó, como algún tópico romántico nos quisó hacer creer, siguió dando piezas. No parece aquí el lugar adecuado para hablar de "La broma asesina", tan ponderada como denostada. Simplemente diré, que incluso sus más acérrimos detractores afirman que en sí no es en absoluto una mala historia, solamente que de Moore se esperaba mucho más... Es la paradoja, el amor y el odio que van conjntos.
Con todo, pese a los altibajos, siguió siendo el objeto de atención de la industria, mimado y apedreado por todos, en un claro never walk alone. De vez en cuando escribía aquellas pequeñas introducciones, para seguir con unos diálogos integentísimos que inventaron un nuevo término que yo particularmente aborrezco, novela gráfica. A pesar de retiros más o menos prolongados siempre se quisó saber su opinión, a pesar de sus barbas, su peculiar matrimonio y su manera de vestir... Moore es tan grande como talento creativo que en Image poco importaba su humor casi gore, la gente seguía comprando lo que él emitía, como también venderá (no les quepa duda) su vesión para adultos de Alicia, en un ejemplo de su auténtica chaladura... ¿o tal vez volverá a callar a todos con su chispa?
Desde la batalla íntima (JJ Vargas tiene un talento nato para los títulos de los capítulos)de Un pequeño asesinato hasta la compleja construcción que fue From Hell (sí, es pretenciosa, sí, es sangrienta, sí, es muy desagradable y... sí, es un cómic muy recomendable de leer y con una erudición filosófica, histórica y política, que deslumbra, a la par que va de la mano de un gran dibujante), este libro editado por Dolmen este presente curso es un buen regalo para los seguidores de las viñetas y los curiosos de las personalidades excéntricas.
Ahora, el destino de Alan continúa, igual que Jack Kirby tiene en su cabeza mil historias que avanzan mas deprisa de las que él puede anotarlas. A diferencia del genial norteamericano no sabe dibujar, lo suyo sigue siendo el teclado (recientemente publicó su primera novela, original pero excesivamente abstracta para mí gusto, aunque no es el espacio oportuno para tratarla), pero si es consciente de que su mensaje se ha malinterpretado, que su drama humano (antes de Moore y Miller no se hablaba de política, intorencia religiosa, homofobia y psicología) ha sido desvirtuado por tipos de western taciturnos que no hablan y disparan.
Probablemente el viejo maestro tenga que dejarse de trucos y perversiones al más puro estilo Sila en Cumas, para volver a hacer lo que mejor se le da... y por el bien del cómic, crucemos los dedos par que sea pronto. Y nosotros, ecantados como la serpiente del hindú, seguimos deseando que nos hipnotice.

miércoles, 5 de mayo de 2010

TO BE OR NOT TO BE



Título: To be or not to be (Ser o no ser).





Dirección: Álvaro Lavín. Ayudante de dirección: María García de Oteyza.





Basado en: La película original de Ernst Lubitsch.





Versión de: Julio Salvatierra y Nick Whitby.





Reparto: José Luis Gil, Amparo Larrañaga, Diego Martín, Mauro Muñiz de Urquiza, Santiago Nogués, Alfonso Montón, Alfonso Torregrosa, Carlos Chamarro, etc.




Jefe sonidos y audovisual: Alberto Santos.




Iluminación: José Manuel Guerra. Diseño Audiovisuales: Isaías Muñoz.




Música: Mariano Marín.




Fotografía: Paolo Taglioni.




Diseño escenografía y vestuario: Elisa Sanz.




Peluquería y maquillaje: Mauro Gastón.




Regidor: José Ángel Navarro.




Realización de escenografía: Mambo decorados.




Jefe Maquinaria: David González.




Sastrería: Alma Azagra.




Distribución: Salbi Senante.




Gerencia: Jesús Morgado.




Producción: Carlos J. Larrañaga, Marisa Pino y Mario Vega.




Director técnico: David González.




Transporte: Transdecor.




Seguros: F. y A. de Lope.




Asesoría fiscal: Impetax.

Caviar del bueno el pasado viernes en el Gran Teatro de Córdoba. La mítica película "To be or not to be" se trasladaba al escenario, de la mano de una excelente dirección y un reparto de auténtico lujo dentro del panorama nacional. Las desventuras de una compañía teatral polaca ante la inminente llegada de los alemanes a su frontera, en pleno clima de tensión internacional, 1.936. Como bien me comentó un amigo que también asistió a la representación, la entrada en el recinto recordaba a Malditos Bastardos, al ver tanto uniforme nazi entre bambalinas, un diez a vestuario, por cierto.

Las sospechas del primer actor, Joseph Tura (un José Luis Gil que no necesitará presentación), acerca de la fidelidad de su esposa (Amparo Larrañaga), se acrecientan con la visita a su representación de Hamlet de un apuesto capitán de aviación (Diego Martín, que caracteriza a André Sobinsky). Lo que podría ser un simpático enredo amoroso, queda borrado del mapa por la clausura del teatro con motivo de la aparición del simpático Adolf y sus peculiares mapas europeos. Estos primeros compases nos sirven para conocer a los miembros de la compañía (sobresaliendo unos simpáticos Santiago Nogués y Alfonso Torregrosa), siendo sin duda, el momento de colocar las piezas en el tablero.

No mentiríamos al afirmar que es la parte más tibia de la pieza teatral. Esto pasaba también la película (por otra parte magnífica) y a medida que avancen los actos, irá cautvando más. En especial, comentar una arriesgada puesta en escena (hay muchos inconvenientes en traspasar una obra como ésta, con tantos espacios, al escenario, así que una merecida ovatio a los trabajadores que lo hicieron posible) y algunas intervenciones especiales por sorpresa, como la que ya comentamos en El Pisito con Juan Luis Galiardo (por ejemplo: en ésa, Enrique San Francisco es uno de los regalos, con una intervención inesperada).

Conforme todo se complique, con la llegada de colaboracionistas la obra gana en intesidad, fina ironía y humor de guante blanco. A los amantes de los monólogos, les divertirá ver a su "Don Mauro" pasando con nota la representación dramática, con varios gags de altura. Los seguidores de "Camera Café", verán un rostro que les debe ser muy conocido, Carlos Chamarro. A nivel de diálogos, todo ganas mucho con los oficiales de la Gestapo, el Coronel Ehrnhrdt y Schultz, divertidísimos, igual que sucedía con la cinta original. El juego de dobles papeles se multiplica y alcanza la nota más alta de la comedia.

Mención aparte merece el soberbio clinic que dejó José Luis Gil, de menos a más toda la obra (eso también pasa con Amparo Larrañaga y Diego Martín, por cierto), hasta terminar a un nivel excelso, con los dos divertidísimos interrogatorios, donde especialmente, sobresale la pareja de "hoy te confundo más que ayer pero menos que mañana" de Tura y Ehrhardt, con el subordinado de éste como Skinner, perdón, quería decir, el payaso serio. Sin desmerecer a unos actores y actrices en estadode gracia, Gil le da un plus al clímax, como bien dijo Chespiro: "Se echa la obra a la espalda y resuelve". Y eso, para los devotos de los artista, profesionales o deportistas a los que le gusta presión, son palabras mayores.

Por buscarle los tres pies al gato, afirmar que esta versión, muy correcta y que solamente modifica lo necesario (es obvio que sí estás ante un público castellano-parlante debes adaptar algunos juegos de palabras y modificar algunos chistes por otros), quizás pequé por exceso en esta tragicomedia. Se apuesta mucho por lo cómico, pero muy poco por lo trágico, trivializándolo todo, lo cual no es malo, pero en los últimos monólogos en el teatro, me quedó más con los de la película, que se puso por un momento seria. En cada uno dependerá objetar o aceptar esta sugerencia.



El sabor de boca de la pieza teatral es soberbio, con una gran satisfaccón en cuanto a haber pasado un muy buen rato gozando de unos excelentes artistas.Decir que el Gran Teatro estuvo a la altura, tanto sus responsables (la película obligó a que las instalaciones y palcos tuvieran que estar atentos a cameos y permitir alguna carrerita o persecución) y el público también, brindando una cariñosa y rendida rista de aplausos, mientras prácticamente todo/as nos levantábamos de nuestras butacas. No era para menos, vistas las energías desplegadas.
Como suele ser ya ritual, bastantes esperamos en busca de felicitaciones, fotos y autógrafos. Espero que fuésemos educados/as y a nadie volviéramos loco. He de decir que de los artistas que mejor impresión me han dado en este "tête a tête" ha sido Pepe Viyuela y varios otros integrantes de El Pisito, muy cordial y caballeroso,a la par que notablemente paciente. Ahora habré de incorporar a una Amparo Larrañaga que demostró una simpatía natural que la gente agradeció mucho, mientras don Mauro daba una gran alegría a un amigo mío humorista, al recordarle de una de sus anteriores visitas para verle actuar a las órdenes de Paramount Comedy.
Destacar que tras un aspecto un poco sobrio, D.Martín fue muy gentil y paciente con nuestras cuestiones. Pude preguntarle qué opinión le merecía la película original, a lo que él contestó que tenían un listón alto, realmente alto... muy difícil. Chespiro, por su lado, se las apañó para hacer una referencia a la época de doblador de José Luis Gil, quien tenía el aspecto exhausto del sobre-esfuerzo que hemos mencionado, algo que probablemente, acostumbrado a que le pregunten cosas de Juan Cuesta, debió agradecer.
En definitiva, los hermanos Marx una noche en el teatro. Como siempre, una experiencia muy grata.