domingo, 26 de enero de 2014

LAS ENSEÑANZAS DEL VIEJO LOBO...


Hay directores que son noticia por tal o cual trabajo. Sin embargo, unos pocos escogidos logran miles de titulares antes de estrenar nada. Cada nueva película de Woody Allen, Pedro Almodóvar, Quentin Tarantino... antes de que nadie las haya visto, han generado una corriente divergente de opiniones. Martin Scorsese pertenece a esa categoría por derecho propio. Su carrera le avala y le salva de cualquier número rojo... Antaño, el viejo lobo de Hollywood mordía a la Cosa Nostra... ahora, ha subido de categoría, pero sigue en el bando de los Bad Guys. 



Wall Street no es ningún lugar desconocido para Hollywood. Oliver Stone y varios más podrían dedicarle unas palabras al respecto a dicho emplazamiento. No obstante, la mera idea de que el creador de Toro Salvaje se adentrase en los meandros de la compra-venta de acciones, en plena coyuntura de la crisis mundial que nos asola, hacía a miles de personas aficionadas al cine, afilar sus colmillos. Igual que en Uno de los nuestros, el cineasta italo-americano recurrió a una fuente de primera mano, Jordan Belfort, un protagonista destacado de la especulación, el rápido enriquecimiento y los muchos puntos oscuros que presenta el sistema económico del país de las oportunidades. 




La historia de Belfort han sido contada mil veces por Scorsese, aunque quizás no con traje de Armani y llamando a teléfonos donde los dólares suben y bajan a niveles vertiginosos. Como muchos grandes narradores, pareciera que el maestro Martin siempre nos contase lo mismo con variantes. Rápidos ascensos, cruces éticos, esplendor de un imperio, caída... El mismo arco, una y otra vez, pero contado con tal habilidad y suficientes recursos para seguir embelesando al público. 



Recurriendo a su nuevo Robert De Niro (palabras mayores), Leonardo Di Caprio, Belfort vuelve a sus años de gloria, cuando sufrió su caída de Damasco... ¿por qué demonios había que preocuparse por los beneficios de sus clientes cuando el verdadero secreto del éxito era mantener la nube y seguir llenando sus bolsillos? No lo pensó Belfort en exclusiva; de hecho, ni siquiera fue el único... y hay comenzaron los problemas. Pero había una montaña de dinero, empresas ruinosas que parecían la General Motors, gramos de cocaína y placeres de alcoba que llevaban a los chicos listos a imaginar que eso nunca iba a cambiar.   




La papeleta de Di Caprio no resultaba nada fácil, nunca lo es ser el líder de la manada. Casi tres horas de metraje para sostener una epopeya donde si él no rinde, la película sería insoportable. Ha llovido mucho desde que un rostro adolescente hiciera a tantas jovencitas forrar sus carpetas con el héroe de Titanic. Los tiempos cambian y, varios papeles más, incluyendo al Luis XIV sudista más brillante y depravado que nunca hubiéramos imaginado, han convertido al bueno de Leo en un actor con mayúsculas, uno de esos a los que les puedes encomendar una misión imposible: conseguir que un protagonista tan amoral como Belfort resulte creíble y logre llevar al espectador en su recorrido de dos máxima: El dinero corrompe, el dinero absoluto, corrompe absolutamente.


Tiene cierto aire a Margin Call (interesantísima película, también), pero es más gamberra, alocada. El lobo de Wall Street se aproxima más al realismo hiperbólico de Los Soprano que al microscopio cotidiano de The Wire. Observamos aquí la mano de Terence Winter, maestro en hablar del poder y sus resortes (a Boardwalk Empire) nos remitimos. Su argumento es denso y apasionante, llevando a una primera hora vertiginosa, una montaña rusa donde vemos la ascensión de un nuevo Jesse James, con su alegre mesnada de brokers (Jonah Hill, Jon Bernthal...). 



En la formación del inicio y el nudo, el film tiene el gran mérito de no sobrevalorar nada. Lejos de tecnicismos y formulaciones estadísticas que puedan desorientar a la persona no especializada en las leyes de mercado, el día a día de sus protagonistas está desmenuzado a prueba de confusiones. Como otras veces ha hecho, Scorsese usa al protagonista con voz en off para un gigantesco flashback, arrastrando a auténticos diálogos con el público. Se simplifican las cosas y se llaman por su nombre...y sí, estamos en manos de auténticos assholes, por muchos restaurantes de lujo que prodiguen y engominados peinados o felpudos que les adornen. 




El casting está escogido con mucho gusto, incluso para pequeños papeles que luego tienen su relevancia. Así, para la primera mujer de Jordan, hallamos a How I met your... perdón, quería decir, Christin Milioti, o al simpático Jon Favreau (¿a cuánto cotizarán las acciones de Industrias Stark en el mercado?), destacando en un excelente elenco de secundarios.  



No resulta polémico su descarado humor negro, sus diálogos chispeantes o algunos de los momentos más escatológicos del cine de Scorsese... todo parece encajar en este híbrido tragi-cómico hecho para el lucimiento de un Di Caprio descarado y perfectamente acompañado para determinadas escenas con presencias como Margot Robbie. Donde si halla su talón de Aquiles es en su manejo del tempo, con un desenlace que se haga un poco reiterativo, teniendo en cuenta todo lo que ya se ha presentado sobre el personaje de Jordan. 



Como fuere, una muesca más en el revólver de uno de los más grandes directores de siempre, hallando otro lobo para su manada (Joe Pesci, De Niro, Danny-Lewis...)