domingo, 7 de junio de 2015

NOTRE ASTÉRIX: RE-VISITANDO LA RESIDENCIA DE LOS DIOSES


Siempre he pensado que La residencia de los dioses es uno de los cómics más sobrevalorados de la época dorada de los maestros Renés Goscinny y Albert Uderzo; lo cual, en realidad, significa que me parece un tebeo muy bueno, en lugar de una obra maestra, dentro de la fecunda trayectoria de ambos en la colección Astérix. Sin embargo, un inolvidable final, particularmente cierta viñeta, la ha hecho perdurar en el imaginario colectivo de los seguidores de la saga como uno de los momentos cumbre de los míticos e irreductibles galos. Por ello, la idea de Louis Clichy y Alexandre Astier me hizo arquear la ceja. Hay bastantes aventuras de esa etapa que serían más jugosas de adaptar a animación para la pantalla grande. 




Sin embargo, bastan apenas los 10 primeros minutos para confirmar que estos creadores y su equipo han entendido mejor la esencia del bajito Odiseo con bigotes y el tallador de menhires que todo el metraje entero del último film en carne y hueso, al servicio de Su Graciosa Majestad nada menos, film para ver con una buena dosis de paciencia y perplejidad. La residencia de los dioses coge los mejores momentos del cómic y da adecuados añadidos para agilizar el ritmo y explotar el elenco coral de la aldea. 



Estamos en el año 50 a.C. Toda la Galia está ocupada, ¿toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles galos resiste ahora y siempre al invasor. Harto de esta vergonzosa situación, Julio César decide cambiar de estrategia para imponer las águilas romanas al pueblecito. Desde el compás inicial, Clichy y Alexandre captan a César como el mejor villano posible, elegante, amenazador, algo auto-parodia y con ese punto de payaso serio que hace que sea el perfecto oponente de los héroes. 




Y eso es un acierto que refleja perfectamente la imagen que el lápiz de Uderzo y los diálogos de Goscinny siempre han transmitido a la hora de mostrar al vencedor de Vercingetórix. A través de un pomposo arquitecto, César pretende que una urbanización de colonos romanos consiga absorber tanto el bosque de sus enemigos como su modo de vida. Pese a un principio accidentado con jabalíes  y pociones mágicas, la estrategia va dando su fruto y el propio Abraracúrcix, jefe de los guerreros galos, se pliega a los encantos de la sauna y el enriquecimiento que les empieza a dejar el turismo sediento de falsos souvenirs y precios inflados. 



De cualquier modo, hay contra-indicaciones en este paraíso en la tierra que pretende instaurar. En primer lugar, la ayuda de Astérix, Obélix y Panorámix permitirá a los esclavos de la construcción de las legiones albergar ideas propias sobre sus derechos sindicales y posibilidades de prosperar en la vida ante la cruel patronal. Los mismísimos soldados romanos comenzarán a exigir un trato digno de sus centuriones y superiores, solicitando que las maniobras de la cohortes y formaciones sean indicadas de una manera respetuosa y no ofensiva. 



La música de Hubert Cornet acompaña a la perfección las coreografías, introduciéndose elementos de cultura pop que ayudan a rejuvenecer el relato, sin estorbar nunca la narración y los principales acontecimientos que se suceden. En muchos años, no habíamos tenido una película de dibujos sobre Astérix a esta altura, resucitando las sensaciones de las viñetas de una de las banderas más destacadas del período dorado del cómic franco-belga. 



El tercer acto de la obra está a la altura de lo anterior, para nada exento de un toque bastante épico, además de varios aciertos, como presentar a algunos colonos romanos como gente más que aceptable y que puede aportar cosas buenas a los galos. Faceta a veces incomprensiblemente sacrificada con los años, igual que hacían con cierta asiduidad Goscinny y Uderzo, se pondrá a Astérix en la situación de tener que valerse por sí mismo (es decir, lo que sea capaz de producir eso que tiene entre las cejas y el cabello), careciendo de ese deux ex machina que es la poción mágica. 



Su desenlace se aleja del hábil juego de sombras y luces del cómic que lo precede, probablemente porque esos pausados diálogos en el bosque celta no quedarían tan bien cinematográficamente como indudablemente lo hicieron en el formato para que el que fueron creados. Resulta muy enriquecedor ver cómo ambos equipos creativos optaron por tomar un camino y otro, atendiendo a las necesidades de adaptar a la pareja irreductible (con el añadido de Ideafix) a cada escenario. 



Y es que llegará el día en el que el cielo caerá sobre nuestras cabezas, no se pueda frenar el cambio del status quo y no queden más banquetes y nuevas películas de Astérix. Pero, por Tutatis, que eso no va a pasar mañana, disfrutemos mientras tanto...  



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES: 







http://www.psicocine.com/criticas/critica-asterix-la-residencia-de-los-dioses/



http://verasyburlas.blogspot.com.es/2006/03/en-la-espesura-del-bosque-galo_29.html




RESEÑAS DE GRAN INTERÉS:



http://www.psicocine.com/criticas/critica-asterix-la-residencia-de-los-dioses/




http://verasyburlas.blogspot.com.es/2006/03/en-la-espesura-del-bosque-galo_29.html

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