domingo, 26 de julio de 2015

SOBRE LO EXCEPCIONAL Y LO COTIDIANO



Minnesota. Nieve, frío, una buena taza de café, la cancha de los Wolves y... Fargo. Para las personas que no somos de los Estados Unidos, esos conceptos podrían ser un torpe boceto del interesante lugar donde transcurren los hechos de Fargo (1996), una de las mejores películas firmadas por los hermanos Coen. Un dueto que es sinónimo de asociación fecunda para el séptimo arte en las últimas décadas. La noticia de que se iba a firmar una serie con el beneplácito de la pareja y con esa atmósfera de falsos hechos reales solamente podía generar expectación entre el público. 



Cualquiera que haya visto el episodio piloto sabrá a lo que me refiero. En primer lugar, el show reúne a dos tremendos actores, Martin Freeman y Billy Bob Thornton. El primer encarna a Lester, un vendedor de seguros acomplejado pero amable, un tipo que suele vivir a la sombra de los demás, eclipsado por el éxito de su hermano menor. El segundo ejerce el rol de Malvo, un misterioso individuo que un día coincide con Lester en el hospital. Lesionado por un antiguo matón de su colegio que se pavonea de su fuerza, usando al vendedor como víctima frente a sus hijos, los dos desconocidos entablan una conversación que se va tornando en un pacto. Un acuerdo con el mismísimo diablo, por cierto. 



Es el vibrante arranque que propone el guión de Noah Hawley, muy fiel a la atmósfera y a la esencia de la película que lleva el mismo título que su serie. La insólita y casi involuntaria alianza provocará un terremoto que salpicará a toda la comunidad. Cada ingrediente está en el cóctel: humor negro, diálogos ingeniosos, giros inesperados y una investigación policial a la altura. Allison Tolman encabeza esta facción con su creíble y adorable agente Molly, recogiendo el testigo de la competente y campechana agente que firmó Francis McDormand años atrás.

El elenco de secundarios es nutrido y tan interesante como los protagonistas. A destacar, entre otros, la figura de Stavros Milos (encarnado por Oliver Platt), hijo de inmigrantes griegos y dueño de una próspera red de supermercados, quien va a sufrir un chantaje de bíblicas proporciones. También podríamos mencionar en este apartado a Keith Carradine y su agradable cafetería, un lugar donde apetecería hacer un alto en el camino tras echar gasolina. O, una de las joyas de la Corona, los dos matones judíos que perseguirán durante un tiempo a Lester.



En definitiva, un casting escogido con mucho gusto, teniendo muy buenos profesionales para cualquier papel, por pequeño que pueda ser. Así, encontramos a Kate Walsh (espléndida en todos los sentidos) o la promesa de que la segunda temporada tendrá nombres como Ted Danson, Kirsten Dunst o Jean Smart. Una inversión muy potente que se ha cimentado en la buena dirección (Adam Bernstein, C. Bucksey, etc.) y la adecuada música de Jeff Russo.



Sin embargo, todo en esta vida es mejorable y, aunque pueda ser cosa subjetiva de uno, la primera temporada de Fargo va teniendo un arco muy interesante que se desinfla un poco; a lo mejor no en interés o calidad de actuación pero sí en verosimilitud, produciéndose una serie de casualidades y evolución de los personajes que casi van pidiendo, por favor, el movimiento más rocambolesco que se pudiera dar.



Y eso me ha restado, curiosamente, interés al final. Tal vez, porque esperaba menos apuestas arriesgadas en Las Vegas y más escenas en esas pequeñas tiendas de comestibles, miradas indiscretas a la ventana de los vecinos y jefes campechanos (impresionante Bob Odenkirk, un regalo para la caja tonta) pero que no valoran lo suficiente la sagacidad de sus agentes. Muy salvable es la historia de amor de Molly con Gus (Colin Hanks), pero los derroteros de Lester y Malvo van tomando la hipérbole a pasos agigantados. 



Eso es una pena porque convierte dos ejercicios de actuación muy notables en personajes muy inhumanos, casi salvajes, con los que es imposible empatizar; algo que sí ocurre, sin duda, en sus primeros episodios. Es la puntada sin hilo que le echó en falta a esta Fargo, por más que espere impaciente esa próxima temporada. 



Con todo, parece haberme confirmado el experimento en la teoría de que atrae mucho más lo excepcional que se cuela en lo cotidiano a vender que lo excepcional es la moneda corriente. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



http://blogs.diariodenavarra.es/fuera-de-serie/por-que-no-estas-viendo-fargo/



http://www.rantlifestyle.com/2015/01/11/15-things-you-didnt-know-about-fxs-fargo/



http://www.oscarcine.com/index.php/foro/16-series-de-tv/46387-fargo

domingo, 19 de julio de 2015

ELOGIO DE LA LOCURA: EL DISCO QUE NUNCA FUE, PERO DEBIÓ HABER SIDO


Sigue siendo un disco que me gustaría haber podido llevarme a cualquier viaje de verano. Imagino la caja con el pájaro loco macarra, sumado a su puro el toque bohemio, bombín y bastón incluido; una sonrisa de complicidad se forma en mis labios. Soy consciente de que nunca podré comprar ese CD doble, pero, qué hermoso hubiera sido. Loquillo y Sabina. Joaquín y José María. Dos autores que nunca dejan indiferentes, que han tenido, curiosamente, dimes y diretes, vidas paralelas con alguna noche de cervezas y hotel compartidas, admiración en la distancia y refriegas por asuntos tan banales como la política, cuando lo que les une es más profundo: el arte y las ganas de decir lo que les parezca. 



Nobleza obliga, quizás, por aquello de las canas, habría que dejarle la letra de la primera canción a Sabina. El cuervo ingenuo que entró en aquella cueva de talento llamada la Mandrágora, coincidiendo con un tal Javier Krahe, loado sea el recuerdo, no dejaba de ser un muchacho de Úbeda que, maleta en mano, pensaba que allí no le iban a aceptar aquellos poetas tan listos. No deja de tener su lógica que, pongamos que hablo de Madrid, uno de los que mejor ha hablado de la capital haya sido ese recién llegado del sur. Por cierto que jamás se le ha perdonado del todo por estos lares aquel cambio en la última estrofa. No por convertirnos en Blas Infantes de la vida, pero el "Aquí he vivido, aquí quiero quedarme" no tiene ni punto de comparación con la emotividad de "Cuando la muerte venga a visitarme, que me lleven al sur donde nací". En cualquier caso, doctores tiene la iglesia y cristales de Bohemia para pisar. 



Seguro que sería una lírica muy bonita, a fin de cuenta, incluso entre sus detractores, que son ciento y volando, se sabe que, si bien muchas veces son ripios, pocos brillan en ese truco como el flaco de vida disoluta que puede aglutinar masas en la Bombonera como si fuera Maradona. Mas sería necesario, para eso estaría hay atento Loquillo, no apoltronarse y dar un toque a lo Kristofferson; a fin de cuentas, Joaquinito ha abrazado con ganas el mundo de los poetas y parece haberse olvidado de cuando fueron los mejores, las noches de bares e inspiración, deliciosas formas de perder el tiempo. Un guiño de complicidad y rock and roll animal que el antiguo compañero de basket de Súper Epi traería a la palestra justo cuando más le necesitamos. A fin de cuentas, el Loco cuerdo era el hijo de un estibador que había luchado por la libertad y brazos tatuados que cumplía la estampa, como el duque diría, aquello de feo, fuerte y formal, gentes de otro código moral y que te gustaría tener a tu derecha en una pelea. 



No habría sido un proceso creativo simple. Sabina puede discutir a voz en grito por la colocación de una coma, mientras que el sentido de la estética del Loco tampoco le permite transigir con lo que no le gusta. Pero dudo que hubieran acabado siendo enemigos íntimos. Habría sido un gran álbum, el propio de dos culos inquietos, que se cansan rápido de una cosa y pasan a la siguiente. El rock fue entrando en Joaquín con estilo heterodoxo y voz ronca, mientras que el hijo de nadie se re-formuló de sus primeros años para embarcarse en proyectos como pasar a canciones los versos de Luis Alberto de Cuenca. Sin embargo, ¿hubiera podido llevarse la empresa a buen puerto o existiría la sombra de la deserción? 



Y es que encontronazos han tenido, el propio de dos personas que tienen perspectivas diferentes en política, sociedad y hasta estilo de vida. Pese a ello, nada que no pudiera resolver una cena, en no pocas oportunidades, disentir es un auténtico placer cuando se hace con criterio. Quizás porque, aunque nos sobren los motivos, esta pareja tiene la marca de los supervivientes de una edad dorada, gente que vivió la movida que engulló a tantos, a la Barcelona que es y que fue, además de no pocas rayas y jeringuillas en el lavabo... 



Fueron los años de formación y eclosión, de talentos que iban a comerse el mundo y acabaron antes de tiempo. Ni se conocía ni se hablaba de sobredosis y enfermedades de transmisión sexual, todo era una auténtica bacanal y nuestro amigo Satán protegía en su regazo de ese club de gente formal que componía el cielo de lo políticamente correcto. El Loco, como el buen vino, ha sabido envejecer en ese proceso y abandonó el camión, aunque espera que algunos jovenzuelos recojan el testigo, porque le gustaría seguir escuchándola en labios que no sean los suyos. 

 


Más de un purista se habría rasgado las vestiduras. Pero, para solaz de la discográfica que se hiciera con los derechos de distribución, habría vendido muy bien. Porque no dejaría de ser la fusión de la Madrid que sueñan las que lo visitan y la Ciudad Condal sacada de sus años más juveniles, cuando todo era nuevo, una alquimia precisa, el abrazo de dos mundos que se necesitan más de lo que parece. Sabino Méndez y Pancho Varona también hubieran tenido voz y voto, lo sospecho. Viejos camaradas encajaría allí como una oda a los de antes, a los colegas que se fueron o cambiamos, pero que nos dejaron impronta. Se incluirían allí algunos de los mejores atracadores barceloneses, Marías Magdalenas y bomberos toreros, gente de por qué discutir, cuando se puede pelear. 



Los temas comunes permitirían que fuera difícil qué parte es de cada uno en determinadas canciones. Hola, mi amor, yo soy tu lobo habría sido una parodia de aquellos años en eso que se llama servicio militar y que tan bien reflejó Vargas Llosa en La ciudad y los perros. Una empresa patria que alejó a Loquillo de las sabias órdenes de Aíto García Reneses en la cancha y lo acercó más a la música, mientras que Joaquín permanecía oculto en la litera para que sus queridos compañeros no supieran que era él ese poeta del que hablaban en la correspondencia. A los Jaguares no les gustan los escritores, aunque, como diría el Loco, fusión de Tony Montana y Carlito Brigante, a final, siempre te queda la palabra dada y ciertos atributos de la fisonomía. 



Lo único que no se me ocurre es e tema de cierre. Tendría que ser escrito a cuatro manos, porque no me imagino a ninguno de los dos cediendo la última bola, igual que Larry Bird, esa le corresponde a uno. Si bien a Sabina eso del deporte siempre le ha parecido asunto poco caballeroso, pero buen gusto nunca le ha faltado, puesto que, obligándose a elegir, abrazó la causa de uno de los equipos con más solera y mística del césped, ese Atleti al que dedicó un himno imborrable. Una forma atípica de ver las cosas. Algo de eso sabría Loquillo, ese culé que vive en la Guipúzcoa más rural, una rock and roll star fusionada con el último de la fila, ese que, para hacer poesía, solamente tenía que mover los labios... 



Dios, qué pedazo de disco hubiera sido. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES: 






http://culturaparatodos.es/discografias/13598-joaquin-sabina-discografia.html



http://www.joaquinsabina.net/2009/11/03/joaquin-sabina-desnuda-vinagre-y-rosas/



http://www.coveralia.com/caratulas/Joaquin-Sabina-19-Dias-y-500-Noches-Interior-Frontal.php



http://www.primacia.org/index.php/repormusic/3718-loquillo-nuevo-disco-el-creyente


ENLACE DE INTERÉS:




http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/lanavedeloslocos/2014/11/28/mis-noches-con-sabina.html


domingo, 12 de julio de 2015

BOOKS OF DOOM: ENTREVISTA CON EL VILLANO FAVORITO


Stan Lee es un genio, en ocasiones, casi de manera inconsciente. Pieza clave, junto al dibujante Jack Kirby, del surgimiento de la Edad de Plata del cómic norteamericano, su trabajo en los comienzos de la década de los 60 del siglo XX cambiaron para siempre la faz del género de las viñetas que se califica como súper-heroico. Intuitivos y con gran capacidad creadora, apenas necesitaron 5 números de Los 4 Fantásticos, cimientos del futuro emporio que sería la editorial Marvel, para comprender que sus cuatro protagonistas precisaban de una Némesis a su altura, alguien que se erigiría sobre el resto de amenazas como la más mortal. Lee pensó en la figura del profesor Moriarty para pedirle a Kirby una oposición que pudiera transmitir a los lectores que aquel tipo iba en serio. 



El resultado es conocido por todos. Era el germen del Doctor Doom o, si lo prefieren, Víctor Von Muerte. El dibujante (aunque debe darse mucho crédito a Kirby por sus aportaciones a las tramas y aspectos que iban mucho más de la representación gráfica) diseñó una figura enlatada e imponente que sería un futuro espejo para cierto espadachín láser llamado Darth Vader. Sin embargo, eso es ya otra historia. La que hoy nos ocupa es la colección conocida como Books of Doom, una mini-serie bajo la batuta de Ed Brubaker. 



Muerte siempre ha sido un personaje de extremos. Bien llevado, es una de las figuras más complejas y ricas de la auto-proclamada Casa de las Ideas, un extraño malvado con un peculiar sentido del honor y cualidades admirables. Mal interpretado, su figura resulta ridícula y atávica, uno más de los muchos aspirantes a conquistadores del mundo que pueblan ilustraciones hipertrofiadas, sin más motivación que ser una carcasa metálica de risa rufianesca. Brubaker recoge las pistas dejadas por sus predecesores (empezando por el mítico segundo especial anual de los 4 Fantásticos, obra de los propios Kirby y Lee, donde se fijó el origen nómada y el sufrimiento del pueblo gitano del que era originario Víctor, frente a una terrible nobleza local) para componer una historia que se aleja de lo que normalmente es un relato de este campo, casi parece un drama gótico del siglo XIX.   


Y llegados a este punto hay que partir una lanza por Pablo Raimondi. Admito que sus lápices me desconcertaron en un principio, no es, desde luego, el clásico dibujante marveliano, pero esta tampoco es una historia estándar dentro de la mitología de los 4 Fantásticos. De hecho, salvo las versiones universitarias de Reed Richards y Ben Grimm, el célebre cuarteto no hace aparición en el grueso del relato, si bien es un espectro que sobrevuela todo el nudo. Aunque bajo una óptica distinta, la del hijo de un benevolente doctor zíngaro y una hermosa madre repleta de misterios, la cual era capaz de realizar pactos con criaturas del inframundo para proteger a los suyos. 



Brujería y ciencia. Una curiosa mezcla que hacen de Víctor uno de los adversarios que mejor encajan con casi cualquier tipo de historia, es decir, si se le sabe usar. Harto del abuso gratuito que hacían algunos colegas, John Byrne determinó que el buen doctor tenía una legión de robots que parecían perfectas réplicas de sí mismo, la cual era usada para misiones menores (a fin de cuentas, un ardid del polifacético Byrne para justificar las contradicciones que se iban dando entre un Doom que podía ser una figura atormentada o un auténtico chiste enfundado en armadura). 



Brubaker, sagaz guionista que sabe encontrarle el punto y la novedad a los personajes clásicos, pero sin hacerles perder la esencia, nos adentra en sus primeros compases, donde se forjó el carácter de la criatura. Con inteligencia, el mundo onírico del huérfano sirve para introducir a los demonios que acosan el alma de su difunta madre sin caer en lo inverosímil. A fin de cuentas, todo podría estar ocurriendo en la cabeza de Víctor. Asimismo, hay sutileza a la hora de reflejar su relación y ruptura con Valeria, la única muchacha de su pueblo que se atreve a acercarse a una figura odiada y temida por el resto. 



Los cambios de escenario ayudan a ver el cumplimiento de esta profecía al más puro estilo de los vaticinios de las brujas de Macbeth. Brubaker y Raimondi arrastran en su lectura a inmensas laderas de Europa, a noche de San Juan plagadas de misticismo, a sofisticados laboratorios universitarios respaldados por el ejército norteamericano, a hermosas plazas del Viejo Continente donde agentes de la KGB se preguntan por el genio zíngaro que desapareció de la nada... 



Y, en el corazón de todo, Lavteria, esa afortunada intuición de Kirby y Lee, un lugar perdido en los Cárpatos, la nación donde el protagonista está destinado a volver para confirmarse en el trono del rey, aquel antiguo barón que maltrató a sus progenitores. En verdad, si algún día hubiera que realizar una ópera basada en alguna mini-serie de Marvel, Books of Doom sería una de las primeras de la lista. 



Pero, cuidado, hay riesgos en dejarse embaucar por la historia de este Jekyll y Hyde con carcasa, esa doble alma de Víctor y Doom, el héroe caído y el mal renacido... los riesgos de una entrevista con el villano favorito. 



IMÁGENES EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES: 



https://mobilestore.marvel.com/Fantastic-Four-Books-of-Doom-3/digital-comic/5335



https://mobilestore.marvel.com/Fantastic-Four-Books-of-Doom-1/digital-comic/1198



http://www.marvunapp.com/Appendix6/boris_doomsaide.htm

domingo, 5 de julio de 2015

LA HECHICERA DESPECHADA Y EL GUERRERO EXHAUSTO


Nunca volvieron a ser los mismos. Independientemente de la versión que cuente su romance y desamor, la historia de Jasón y Medea comenzó a truncarse desde el viaje de regreso, acompañados de los míticos argonautas. ¿Cómo era posible que una llama de pasión tan brutal como la que había surgido entre esos dos desconocidos se mantuviera, una vez pasada la excitación y conseguido el vellocino de oro? La princesa que traicionó a su pueblo por el apuesto marinero. El héroe que en su regreso, lejos de ser honrado, descubrió que ya no había lugar para él en su Yolco natal. Dos exiliados a quien su prole no pudo permitir mantenerse mutuamente unidos, germinando el enfriamiento, el desapego, los celos y, como acto final, la venganza.



Vuelve el teatro de Mérida a brindar un verano de clásicos con aroma a nuevo, aprovechando, como siempre, el incomparable escenario que le da ese tono romano, nunca viejo, sino con el sabor de lo antiguo. No podía faltar en el programa Medea, tantas veces contada, maldecida y compadecida. En España, fue la célebre Nuria Espert quien más la representó, descubriendo en cada representación una nueva faceta de un personaje femenino que hizo devanarse los sesos a nombres como Eurípides, Apolonio de Rodas o Séneca, entre otros. 



Desde este julio, se unen a esa ilustre nómina Vicente Molina Foix y José Carlos Plaza. Una veterana en estas lides como Ana Belén presta su voz y casi su alma a la princesa de la Cólquide, una mujer en una tierra que no es la suya, la cual abandonó a sus dioses y familia por seguir los pasos de un héroe que se convirtió en su amante, a cambio de los secretos que esta hija de reyes y hechicera, para volver con el vellocino y su fama intacta. Ana Belén da su fuerza y prestancia a la atormentada madre y esposa, cansada de la lejanía de lo que le era familiar y alejada del tálamo de un marido que prefiere amoldarse a la nueva sociedad que encuentran en Corinto. 


En este sentido, el papel de Jasón siempre me ha parecido muy ingrato para la posteridad dramática y digno de revindicarse. Adolfo Fernández presta su presencia para un héroe cansado, pero no un mito de pacotilla o un farsante, como a veces se dice en determinadas lecturas. Creo que la pausa y casi desidia con la que este intérprete acompaña los pasos del atribulado aventurero obedecen a una estrategia premeditada y la visión de Foix y Plaza, un nuevo prismático para mirar el paisaje. El Jasón de Corinto está lejos del hombre a quien escogió el mismo Hércules para ser el capitán de su navío, se trata de un guerrero exhausto, cubierto de polvo y con la mancha de su exilio; como hubiera dicho un poeta malogrado y muerto muy joven: "De tu propio solar quedaste fuera"



Las leyendas greco-latinas sabían mucho de los seres humanos, más allá de los dragones y el Olimpo. Casi nadie vuelve triunfante. Ulises solamente es reconocido por su fiel perro al volver a su hogar abandonado. Hécuba es castigada a injustas humillaciones, simplemente por ser una mujer que quiere expresar sus lamentos por todas sus pérdidas. Aquiles advierte desde el Hades que no hay ninguna grandeza en ser el monarca del infra-mundo, prefiriendo el más humilde puesto entre los vivos. Jasón y Medea no son la excepción. Uno queda aplacado y buscando la comodidad del agasajo de quien fue importante; la segunda no puede soportar el abandono, que sus sacrificios fueran en vano. 



Solamente de las fuertes pasiones pueden surgir odios tan desgarradores. Filipo de Macedonia y Olimpia de Epiro podrían haber escrito un tratado al respecto. De ello se percata uno de lo apoyos secundarios más importantes del relato, Consuelo Trujillo se deja envejecer y cubrirse de modestos ropajes para ser la fiel nodriza de Medea, uno de sus pocos apoyos, la confidente de una mujer dolida y que va consumiéndose. Ella es una de las pocas que teme e intuye lo que pueda desencadenar un nuevo matrimonio de Jasón con la princesa de Corinto, porque conoce, quiere y teme el reverso tenebroso de su señora. 


Otro hallazgo e interesante añadido del libreto es la mayor preponderancia del preceptor de los hijos de Medea, interpretado por Luis Rallo, un docto hombre de Mesopotamia que ha sido contratado por la célebre pareja para educar a sus vástagos en los avances que se están dando por todo el mundo conocido. Racional, educado y tolerante, alguno de sus diálogos con la nodriza son los puntos de cordura de una ciudad enloquecida, donde una mujer trama la peor de sus venganzas. "Es difícil tratar con reyes. Se acostumbran rápido a mandar, pero no así a obedecer...". Poika Matute da mucho de eso con su soberano corintio, de discurso populista y ansioso de sus poderes, pero también capaz de ternura con su hija, prometida a Jasón. 



Un juego de poderes donde hay siempre víctimas colaterales inocentes. No fue el genial George RR Martin el primero en darse cuenta de que las bodas pueden ser carmesíes y que los truenos, a veces, resuenan con fuerza, mientras serpientes, culebras y otros reptiles brotan de la nada para seguir las pautas y dictados de fuerzas oscuras. Sin embargo, las deidades mitológicas quedan en segundo plano ante el mundo intimista de los protagonistas, destacando alguna experimentación buena del montaje (el flashback donde Medea recuerda al joven y apuesto Jasón, mientras se escucha la voz del ya envejecido marido, cansado, recordando el día en que se conocieron). 



Seguimos debiendo mucho a Grecia. Conviene en estos tiempos, donde son noticia por tantas cosas negativas, que recordemos ese legado fascinante y lo mucho que han enriquecido el imaginario popular, no ya de un continente, sino de todas las artes. Y, entre esas figuras, la desdichada, malvada, contradictoria y destrozada Medea sigue siendo uno de sus reflejos más brillantes. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES: 



http://www.eldiario.es/eldiarioex/cultura/Medea_Ana_Belen_Merida_0_404909525.html



http://www.culturamas.es/blog/2015/07/03/esplendida-medeaana-belen-en-una-version-extraordinaria/



http://madridesteatro.com/61-festival-de-merida/