domingo, 27 de diciembre de 2015

UNA TRADICIÓN FAMILIAR


Aunque pueda parecer paradójico, más si tenemos en cuenta el bombardeo publicitario que rodea estas fechas, las Navidades no dejan de esconder un pozo de tristeza o, si lo prefieren, de melancolía soterrada pero real. Recientemente, se ha celebrado Nochebuena, una velada señalada en muchos hogares, independientemente casi del signo religioso de cada cual. Nada que objetar a tan entrañables tradiciones, sin embargo, aunque se nos riña por ser malos españoles, si hay una película que exhibe los sinsabores con ternura en estas festividades es Plácido (1961), dirigida por el maestro Luis García Berlanga. 



Como toda esta etapa dorada del realizador valenciano, cuenta con un reparto coral a prueba de bomba, donde el papel más nimio está interpretado por una actriz o un actor de primera línea, carismático y capaz de explotar cualquier diálogo hasta límites insospechados. Y, por supuesto, su buena mano viene acompañada de su socio ideal, Rafael Azcona, el más inteligente afilador para el ingenio natural de Berlanga. Una combinación fructífera que aunaba lo mejor del cine hispano con un toque de la magia neorrealista italiana, una mezcla ecléctica entre Milagro en Milán (1951) y El cochecito (1960). 



Conviene decir que Plácido es un extraterreste en el panorama de lo que se estaba haciendo en aquellos momentos, un marciano talentoso que se coló nominada en premios del prestigio de Cannes o los Oscars. Junto con el dueto de enfants terribles Berlanga-Azcona, destaca la excelente labor de José Luis Font y José Luis Colina. Estas cuatro cabezas privilegiadas trazan un relato de provincias en plenas festividades, donde las señoras bien de la sociedad han decidido organizar una campaña benéfica con el elocuente título: "Siente a un pobre a su mesa". Con ese punto de arranque, todo se dispara a 85 minutos que, milagrosamente, escapó a la sensibilidad de la censura, la cual no fue consciente de la bomba de relojería que se introducía en sus salas. 


A pesar de haber un amplio abanico de personajes, sí que hay un protagonista para justificar toda la trama, la cual se desarrolla a lo largo de un 24 de diciembre cualquiera: Plácido, el modesto conductor de motocarro a quien le vence una letra justo el mismo día de comenzar las fiestas. El actor encargado de darle vida es Cassen, quien firma, bajo mi modesta opinión, el mejor trabajo de toda su trayectoria, su más impecable combinación tragicómica. A modo de curiosidad, decir que también se barajó al añorado Paco Rabal. Resulta muy interesante pensar que lectura hubiera hecho el genial actor de Plácido, probablemente lo hubiera revestido de una gran humanidad, me gustaría haber podido tener la posibilidad de tener esas dos versiones en el altar de mi videoteca. 



Volviendo al tema de las felices Pascuas, otro hombre de cine, José Luis Garci, señalaba que la Navidad ese ese momento donde, conforme pasan los años, nos vamos dando cuenta de que nos faltan piezas en el rompe-cabezas, que empezamos a tener amigos en ese lejano barrio (como el San Sixto de Plácido) donde no podemos visitarlos. Eso Berlanga lo sabe muy bien y la muerte está asimismo presente aunque nadie quiera prestarle atención con las luces y la subasta de artistas famosos que se ha organizado por la sociedad bien. 



Hay muchas cicatrices en la sociedad que se presenta en este film. Pero, de alguna manera, no se percibe ni venganza ni rencor, es una lúcida invitación a reírnos de nosotros mismos ante el espejo de realidad que nos muestran, nuestras pequeñas estupideces y grandes miserias, las sábanas limpias, los maridos rectos que logran pasar la Nochebuena con la querida, o el frío que cala los huesos de mendigos que pasan anónimos ante el resto de nosotros, así como la cárcel, omnipresente, aunque no se nos muestre de manera directa. 



Durante generaciones, personas doctas y eruditas se enfrascarán en el eterno debate de a quién se quiere más, si a mamá Plácido o a papá El verdugo (1963), tal vez los dos momentos donde el brillo berlanguiano alcanzó su mayor esplendor (lo cual no quiera decir que buena parte del resto de su producción sigue manteniendo un nivel sobresaliente). No caerá uno en esa tendencia a juzgar, que es pecado ya citado en los evangelios, contentándonos con poder disfrutar de esas dos joyas de inmejorable acabado, pulidas con mimo por gigantes de la actuación (Cassen, López Vázquez, Alexandre, Julia Caba, Amparo Soler, Agustín González, Ciges, Ferrandis...). 



Paradojas de la vida, esta sarcástica reflexión sobre el lado menos amable de los anuncios de lotería y los brindis a la campanada en cotillones se ha terminado convirtiendo en toda una tradición navideña en mi familia. Un legado que uno acepta con justicia y de buena fe, como si Berlanga, Azcona y su gran equipo vinieran puntualmente al portal, no a cantar villancicos, sino a hacernos mover un poco la cabecita, no como a Pascual, ellos se atizan esas pequeñas células grises que nos hacen un pelín menos ingenuos y algo más divertidos. Y eso no es poco. 



Felices fiestas a todos los pacientes lectores/as de este blog, siempre encantado de contar con ellos. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



https://wemovieblog.wordpress.com/2013/12/17/fuera-de-serie-placido/



http://www.lacabecita.com/2013/12/placido-siente-a-un-pobre-a-la-mesa/



http://www.divxclasico.com/foro/viewtopic.php?f=1002&t=72561

domingo, 20 de diciembre de 2015

SOSPECHOSOS HABITUALES: EL TALENTO Y LOS RIESGOS DE SOUTH PARK


No era algo políticamente correcto, más bien se trataba de un elemento sospechoso. Las horas en que lo emitían disuadía, el propio show se tomaba su condición a broma, advirtiendo antes de comenzar que las voces de sus personajes famosos eran burdas imitaciones, que su contenido era grosero y violento, a la par que recomendaba encarecidamente no verlo. Ahora, décadas después, uno sufre una caída de Damasco y se da cuenta de que South Park tenía razón, que se adelantó a lo que estaba por venir, que ni éramos tan listos ni, mucho menos, educados. 



Creada por Trey Parker y Matt Stone en 1997, las andanzas de una pandilla de muchachos en un peculiar pintoresco pueblo de Colorado han ido sufriendo diferentes avatares. La primera equivocación es hacer cualquier clase de símil con esa obra maestra llamada Los Simpson. Una y otra han tenido vidas paralelas con algún cruce, pero, en honor a la verdad, son la noche y el día. La familia amarilla fue pionera y vivió una edad dorada difícil de repetir, South Park ha tenido un ritmo in crescendo y es mucho más transgresora, lo cual se traduce en un humor más soez, en ocasiones, y una mayor osadía a la hora de afrontar problemas sociales, si bien está en deuda, como toda la animación, con aquella genialidad surgida en 1989 (muy recomendable el magnífico guión de Trey Parker Simpsons Already Did It, donde se exorcizan las frustraciones que han sentido muchos competidores al ver que es casi imposible tratar un tema que no haya sido mostrado antes con Homer y cía). 



Pero hablemos hoy del Cartman and Butters show, quiero decir, esta estupenda serie coral. Y es que, aunque se remonten a temporadas atrás, hay episodios que sorprenden por su rabiosa actualidad, tocando algunos de esos temas tabúes o controvertidos que suelen ser evitados. El extremismo religioso de cualquier signo, la eutanasia, escándalos de tipo sexual, celebrities varias y sus parafilias han desfilado por este espejo deformado de barraca de feria, estos muñecos cabezones y mal encarados. Observemos las ventajas y riesgos que tiene este formato.


Ello se ha notado con claridad en su décimo-novena temporada, donde han utilizado la polémica figura de Donald Trump para hacer un what if...? donde se pone de relieve la grave crisis de los refugiados sirios y la clase de corta-pisas (incluyendo un muro) que el sector más rancio de la sociedad puede demandar para "solucionar" el problema. Más allá de las palabrotas (muchas, constantes e ininterrumpidas), se trata de 20 minutos viscerales donde se mete el dedo en la llaga de muchos temas que escaparían a una serie de dibujos al uso.



El discurso de Trump no puede ser más enervante (sirva como muestra la brillante respuesta que Kareem Abdul Jabbar [Abdul-Jabbar respuesta] envió al candidato, advirtiéndole que se parece mucho a ISIS en sus postulados), sin embargo, lo que hacen los guionistas de South Park con su caricatura (asesinada y vejada en todas las diversas maneras posibles) vuelve a recordarnos a ese complejo de sagaz gracioso oficial de la clase que envuelve a este tipo de humoristas, no hay freno ni límite en la broma, sin sentir la necesidad de dónde parar. No en vano eso les ha llevado a muchos de ellos a sufrir censuras, amenazas y hasta, desgraciadamente, riesgo de sufrir atentados por sus parodias (aconteció, por ejemplo, con su manera de utilizar a Mahoma). No deja de ser un reflejo de uno de los grandes males que pueblan este nuevo siglo, el cual se antojaba tan correctamente político en sus compases iniciales.



Resulta perturbador que una gamberrada en una ficción, por subida de tono que sea, pueda llegar a esos extremos. Ello no quiere decir que South Park siempre haga gracia o pueda arrojarse el papel de pontífice pagano para señalar al resto que el emperador está desnudo. Ha sido muy mejorable su manera de abordar cuestiones como el drama de la frontera mexicano-estadounidense, así como pueden levantar ampollas a muchas distintas sensibilidades. En cierto sentido, nadie ha oscilado con mayor facilidad entre lo sublime y lo chabacano durante tantos episodios.



Atrae su inteligencia y desparpajo, lo desinhibido de sus formas y su lenguaje sin tapujos. Asimismo, no solamente tienen en su repertorio hablar de actualidad, episodios como "Detectives Junior" o "Go God Go" (donde Cartman tiene la genial idea de congelarse para evitar la frustración de tener que esperar el lanzamiento de la consola Wii) son monumentos al humor absurdo e hiperbólico, mientras que su manera de utilizar al inocentón y carismático Butters en una trama sórdida y rocambolesca, sin que el personaje pierda nunca su pachorra.



Por el otro lado, pueden llegar a enervarte por su forma de tratar creencias o, creo que todavía peor, burlarse de enfermedades o deficiencias físicas. Incluso han protagonizado sus creadores vendettas poco elegantes con Isaac Hayes, el excelente doblador de Chef, quien se marchó del programa por haberse atacado la Cienciología, a la cual él pertenece. Aunque era comprensible el punto de vista de sus jefes (quienes señalaron que, durante años de trabajo, nunca antes se había quejado de que se hiciera mofa de alguna otra religión o pensamiento, incluyéndose su delirante año I de los mormones), su manera de hacer desaparecer a Chef del tablero de la serie exhibía una dosis nada despreciable de inquina.



Por eso, año tras año, sigo pensando que son un mal necesario, o, mejor aún, una medicina que necesitamos en épocas de tantos realities-shows y programación basura, una máxima aquella de "Pues toma dos tazas". Y, si a algo mueven productos como South Park es a que pensemos por nosotros mismos... incluso cuando decidimos apagar por decisión personal la caja tonta porque los muñequitos cabezones han cruzado una frontera que nos incomoda.



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



http://goofs.wikia.com/wiki/The_Usual_Suspects



http://collider.com/101-best-written-tv-shows-of-all-time-the-sopranos/



http://southpark.wikia.com/wiki/The_Butters_Show

domingo, 13 de diciembre de 2015

¿DÓNDE ESTÁN LAS LLAVES?



Sin duda, se convirtió en un peregrinaje semanal en busca de aventuras. Hace bastantes años, más de los que me gustaría admitir, acudía raudo, gracias a la generosidad familiar, a la caza de aquellos suplementos conocidos como Gente Menuda, los cuales constituían un extra comiquero los domingos en el diario ABC. Allí, el joven lector encontraba por primera vez nombres tales como Tintín, Spiderman, Zipi y Zape, Conan el Bárbaro, Anacleto o, por supuesto, Mortadelo y Filemón. Hoy, nos detendremos en los dos inefables agentes de la TIA, concretamente en una aventura que se remonta al año de 1971, La caja de los diez cerrojos, la cual leí con suspense durante varios meses. 



Varios especialistas en la obra de Francisco Ibáñez están convencidos de que este argumento (la búsqueda de una decena de llaves que puedan abrir la caja dejada por el acaudalado millonario Julius Ricus Cresus) marca un punto de inflexión en la trayectoria de los dos estandartes más punteros de las viñetas españolas. A lo largo de sus páginas, queda claramente establecida su relación con el Súper, así como su vinculación a la organización de espías, dejando atrás la época autónoma de agencia de información. De la misma manera, el modelo de buscar una serie de objetos a lo largo del mundo sería una estructura repetida (y con éxito) por dicho autor.  



A nivel gráfico, el dibujo de Mortadelo y Filemón se encuentra en una fase ya muy bien definida, apostando Ibáñez por darle un toque incluso algo aniñado en determinados compases. Martínez Osete se encarga de dar la tinta al lápiz del maestro, siendo una narración repleta de viajes a diferentes lugares exóticos del globo (el desierto, un elemento muy popularizado por Vázquez, el África misteriosa, tan bien amortizada en Tintín o Spirou, China, etc.). 



El tipo de gags recurrentes y un buen despliegue de disfraces del protagonista hacen que esta búsqueda sea una lectura más que amena y repleta de momentos desternillantes. Bien es cierto, como se ha apuntado previamente, que resulta un poco raro que se mande a dos agentes diez lugares para estas pesquisas, cuando resultaría más cómodo mandar a los diferentes espías de forma simultánea para hacer el trabajo con mayor rapidez. No obstante, Ibáñez bien puede ampararse en la premisa de Sir Alfred: "Pues claro que mis protagonistas podrían llamar antes a la policía. Pero entonces no habría película".



Exactamente eso acontece en este torbellino de capacidad de síntesis, donde cuatro carillas bastan para presentar el lugar donde se desarrolla la misión y sobra tiempo para el gag final, donde hay un acceso de cólera por alguna apreciación que sienta mal a los sufridos viajeros. Asimismo, cada capítulo tiene alguna de esas horripilantes, aunque carismáticas rimas bruguerianas que se han mantenido en los nuevos albumes de Mortadel y Filemón.



Con el pretexto argumental, Ibáñez se permite explorar la TIA, la cual iría mostrando todo su potencial humorístico de manera clara. La interacción de los dos merluzos, quiero decir, aclamados héroes con otros agentes, las entradas secretas, la miseria bajo la fachada James Bond (los miembros de la organización escurren el bulto ante las misiones, pero puede acudir raudos si apenas se intuye que el Súper ha abierto su mueble bar para servirse un whisky). 


Con el transcurrir de los años, incluyéndose una alargada edad dorada (Chapeau El Esmirriau, La máquina del cambiazo, El Plano de Alí Gusano, Safari callejero...), Ibáñez hizo cómic con mayores detalles de fondo que el hoy nos ocupa (vienen a la mente dos súper-producciones, El Quinto Centenario o Bye Bye Hong Kong), también ante rivales temibles (Magín el Mago, Los invasores...) o explorando facetas ocultas de sus dos vástagos más célebres (Su vida privada); sin embargo, La caja de los diez cerrojos pervive en un justo pedestal en el recuerdo de los fans de la saga por ser la la lleve que abrió ese universo a su esencia más pura.



El uso de los animales, el humor físico, los malentendidos, el perenne estado de miseria económica de sus héroes (perfectamente ejemplificado en sus medios de transporte para ir a los objetivos) serían los cimientos que el genial humorista iría colocando para, ya definitivamente con la TIA como nexo común de esta mítica pareja, hallarle su ubicación perfecta.



Por si fuera poco, el desenlace les sorprenderá por partida doble. Un tour nostálgico que vale cada instante que se le dedica.



"Ibáñez es el hombre que me ayudó a comprender que lo más importante de este mundo es reírse". -Álex de la Iglesia. 



ENLACES DE INTERÉS:



http://mortadeloyalgomas.blogspot.com.es/2008/09/la-caja-de-los-diez-cerrojos-1971.html



http://lomejordemortadelo.blogspot.com.es/2010/10/9.html



http://www.elmundo.es/elmundo/2007/11/16/cultura/1195214081.html



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



http://www.todocoleccion.net/tebeos-bruguera/tebeo-comic-mortadelo-filemon-caja-diez-cerrojos-1971-francisco-ibanez-ases-humor~x49212927



http://mortadelo-filemon.es/ficha_content?q=YWlkPTExNTY%3D



http://lomejordemortadelo.blogspot.com.es/2010/10/9.html

domingo, 6 de diciembre de 2015

EL SOBERANO QUE INSPIRÓ A MAQUIAVELO



Guárdate de los centenarios y las efemérides. Tal sería un buen consejo para la comunidad investigadora cuando se acercan eventos muy punteros, aniversarios marcados en rojo por la agenda social, política y cultural. Proliferan los congresos, reuniones, series de televisión, revisiones, rutas turísticas, etc. En ocasiones, con mucho fundamento y gran preparación. En otras, el espectador no puede evitar sentir que se está exprimiendo a la gallina de los huevos de oro sin rigor. Con todo, si bien el motivo de la publicación de la obra que hoy nos ocupa es quinto aniversario del fallecimiento de Fernando el Católico, no albergamos dudas con respecto a la eficacia de su autor, Henry Kamen, célebre hispanista de una sólida trayectoria que le ha llevado por las universidades de todo el globo.  



La Esfera de los Libros aprovecha la ocasión para mandar a las librerías el acercamiento de Kamen a uno de los políticos más notables de la Edad Moderno, uno que se rumorea inspiró, incluso más que el propio César Borgia, el escrito del florentino Nicolás Maquiavelo, El príncipe. Fernando se encuentra asociado de inmediato a su esposa Isabel, reina de Castilla, con la que propició una célebre unión que se resumió en la repetida frase tanto monta, monta tanto (pegadizo juego de palabras que, como bien demuestra esta biografía, jamás fue dicho por ninguno de los protagonistas o la sociedad de su tiempo, siendo un invento lingüístico muy posterior). 



Escrito de manera amena y divulgativa, Kamen tiene la inteligencia de evitar caer en las tentaciones publicistas de caer en la tentación de hablar de "biografía definitiva", algo de lo que el hispanista es perfectamente consciente de que no va a ocurrir. Desde su desaparición del tablero dinástico, incluso antes, ya había tantos Fernandos como ideologías que lo justificasen o defenestrasen. No es la misma la visión de Enric Prat de la Riva sobre el rey que la de José Cadalso (cabe destacar aquí un interesante apéndice del libro que es un recorrido sobre las diferente relevancia que se le ha dado a Isabel frente a su esposo a lo largo de los siglos). 



Se aportan asimismo certezas y confirmaciones en aspectos tan polémicos como la instauración, tras bula pontificia de Sixto IV, de los Tribunales Inquisitoriales en España, medida que tuvo un destacando acento por parte del monarca. La ambivalencia en el discurso del aragonés sobre la cuestión conversa no debería extrañarnos, puesto que él, un Trastámara con ascendencia hebraica en una de sus ramas, no dudó en rodearse de muchos de ellos para su círculo, mientras que fue capaz de enfrentarse ásperamente con sus propias Cortes para lograr instaurar a la temida institución. 



No se pronuncia Kamen con tanta claridad, y bien que hace debido a lo turbio del asunto, acerca de la tensión, ya fallecida Isabel, de su protagonista con Felipe el Hermoso, su ambicioso yerno, quien le hizo el inmenso favor a su suegro de fallecer tras contraer unas fuertes fiebres por bebidas demasiado frescas tras un intenso partido de pelota. Un Felipe el Hermoso que no dejaba de ser una pieza más del hábil y ambicioso entramado que los padres de Juana, posteriormente apodada la Loca, hicieron para emparentar con varias de las monarquías más importantes del momento, en una inteligente política de alianzas (Portugal, la Inglaterra de los Tudor, los Habsburgo...). 



También se dedica un apartado específico a los intereses por una de las ramas de su linaje en el reino de Nápoles, pieza codiciada por papado, Aragón y Francia. Por poner un pero a un completo estudio que nos da varias dimensiones (apartado dedicado a la cultura en la Castilla y Aragón de aquellos días, los problemas de Fernando en un principio para superar la preferencia de sus futuros súbditos catalanes por su hermano mayor, etc.), se podría haber dedicado más espacio a la fructífera y nunca fácil relación que los Reyes Católicos tuvieron con Gonzalo Fernández de Córdoba, figura básica para entender el papel de Italia (entendida en la Edad Moderna como concepto, puesto que en aquellos días la península estaba diseminada en diferentes territorios independientes) en la política de la Monarquía Hispánica. 



A nivel de edición, destacar unas exquisitas láminas, que recrean joyas tales como el Dietari de l´antich consell barceloní de 1492 (año decisivo en multitud de aspectos para la formación de la Modernidad en la Península Ibérica) donde se incluye una representación gráfica de un atentado sufrido por Fernando, uno de los momentos donde solamente la buena fortuna le salvaguardó de un atentado mortal. 



A la par, la bellísima primera página de las Capitulaciones matrimoniales de Catalina de Aragón y el príncipe de Gales, reflejo de una alianza que sería, curiosamente, una de las causas del futuro surgimiento de la iglesia anglicana y la separación de Enrique VIII de la autoridad del papa para poder desposarse con Ana Bolena. 



Si bien no serán las últimas páginas dedicadas a la ambivalente figura de Fernando, es una oportunidad excelente para leer de forma amena una de las épocas más fascinantes de la Historia...



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



http://www.esferalibros.com/libro/fernando-el-catolico/



http://filosofia.laguia2000.com/grandes-filosofos/maquiavelico



http://www.abc.es/archivo/20121125/abci-boabdil-reyes-catolicos-201211231716.html