domingo, 23 de abril de 2017

HISTORIA DE UNA RIVALIDAD



El duelo es un relato del célebre escritor Joseph Conrad. A pesar de aparecer publicado por primera vez en el año de 1908 junto con otras cinco ficciones, esta pequeña historia de una rivalidad pronto se convirtió en un objeto de fascinación para las personas que la leían. ¿Qué motivó a los militares Feraud y D´Hubert a odiarse de una manera tan encarnizada a través de los años en la Europa napoleónica? Nada y todo, puesto que, como tantos otros grandes odios, las raíces suelen ser absurdas y poco profundas.  



"Ningún hombre logra éxito en todo lo que emprende. En ese sentido cualquiera de nosotros es un fracasado. El punto esencial reside en que no fallemos al ordenar y sostener el esfuerzo de nuestra vida". Así se expresará el propio Conrad en un punto clave de su narración. Cierto halo de misterio envuelven sus páginas en este caso, puesto que sin entrar en abundantes detalles, logra crear una atmósfera de familiaridad y complicidad en su público para que sigamos absortos los diversos lances que dos formidables personalidades se ven obligados a sostener. 



Entre las propias filas de húsares del ejército napoleónico donde sirven, los perennes enfrentamientos de mal llamado honor entre ambos alcanzarán un rango legendario. No tiene nada de extraño que un hábil cineasta como Ridley Scott sintiera que allí había un gran material para hacer una adaptación cinematográfica de altura, Los duelistas (1977).



Conrad logra una extraña alquimia a conseguir mantener el interés del drama sin añadir excesivos personajes secundarios, tampoco abundan descripciones de la época. Obviamente, nos retiraremos con ambos oficiales de las nevadas estepas rusas repletas de amenazadores cosacos, mientras que los dos guerreros buscarán algo de descanso y paz en algunos lujosos salones en refinadas capitales europeas. No obstante, al final del día, las poderosas sombras de D´Hubert y Feraud absorberán todo lo demás sin piedad, como si no permitieran intrusiones en el testamento de su ancestral necesidad de revancha.



Conviene que nos detengamos, aunque sea de forma breve, a examinar la construcción de estos protagonistas. Feraud es descrito por el autor de manera clara en apenas unos trazos, siendo la clase de persona que encuentra acomodo bajo el ruido de los sables y los cañones. En su vida social, el combativo jinete no es comparable al más refinado D´Hubert, siendo una figura gris que solamente encuentra un objetivo vital al servicio del Emperador y alimentado el deseo de venganza por afrentas sufridas, ya sean reales o imaginarias. Eso sí, Conrad es un literato complejo y revela el por qué Feraud es un adversario tan temible, puesto que su coraje no es un valor irreal; a su natural arrojo se le suma un sentimiento de irreductible que harían a cualquiera pensárselo dos veces antes de medirse frente el en cualquier pelea.



D´Hubert se asemejaría con mayor facilidad a una especie de dandi para el siglo XIX. Cómodo con su uniforme tanto en el campo de batalla como en reuniones sociales, su estilo le permitiría obtener algún buen matrimonio ventajoso tras haber tenido varios lances amorosos afortunados con cortesanas. Si en cualquier relación de pareja hay un amante y un amado, en el odio también hay un papel más activo que el otro. A la par que Feraud es incapaz de olvidar la deuda por saldar, D´Hubert se mostraría complacido si ese molesto hombrecillo dejase de mandarle padrinos, contento ante la perspectiva de que los dos pudieran pasar página.


De hecho, D´Hubert será quien sepa prosperar tras la derrota de Waterloo en la nueva (o vieja) Europa que se gesta tras la caída definitiva de Napoleón. Pero si Frankenstein era incapaz de que sus actos no volvieran a visitarle, su pesadilla gascona y forjada en el mismo metal de su padre herrero, volverá a intentar enturbiar sus días de paz y galanteos.



Conrad convierte a sus dos criaturas en víctimas de la enfermiza concepción del honor de la época, una cuestión que llevó a abundantes personas a los cementerios antes de tiempo. Pistolas y espadas como resolución de los conflictos y la presión social, siempre ella, para arrojar a uno y otro contendiente al terrible desenlace.



En cierta ocasión, nuestro escritor afirmó que con esta pequeña novela había querido hacer una tentativa de pequeña ficción histórica. Pero resultó ser algo más. El pulso entre el luchador experimentado y el estratega. El elitista aristócrata frente al hombre ascendido por sus méritos. El caballero frente al guerrero. Una danza sin sentido, inútil y fascinante.


  
EDICIÓN MANEJADA:



-CONRAD, J., El duelo, Alianza Editorial, Madrid, 2008.



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-https://www.casadellibro.com/libro-el-duelo/9788420668369/1223513



-http://www.filmaffinity.com/es/film875283.html



-http://www.jotdown.es/2015/10/el-honor-segun-joseph-conrad/

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