domingo, 20 de agosto de 2017

CRÓNICAS DE LA LOMBARDÍA (PARTE VII DE VII): HISTORIA DE DOS EQUIPOS


"Es un campo donde he sufrido mucho pero donde es una delicia jugar"-Emilio Butragueño. 



No puede negarse. La tradición que esconde su césped impone, tiene una mística especial el asunto. Como un orgulloso samurái que tuviera una habitación reservada para las armaduras y recuerdos de sus adversarios, San Siro posee un museo con las elásticas de algunos de sus mejores oponentes (Roberto Carlos, Lionel Messi, Gabriel Omar Batistuta, etc.). Contra todos ellos jugaron el Inter y el Milán. A cada uno de ellos les derrotaron en algún momento y también sufrieron sus triunfos. Al final, solamente queda el recuerdo de lo bueno, la admiración del talento, venga de donde venga. 



Junto con Madrid y contadas excepciones la capital lombarda puede presumir en su ciudad de tener dos escuadras que pertenecen a la élite del fútbol europeo. Además, aquí está el impresionante añadido de que compartan estadio. Si hacen el tour, podrán observar lo cerca que están sendos vestuarios, el clima tan especial y la atmósfera que tiene este hermoso estadio. 



De Lothar Matthäus a Van Vasten, pasando por Paolo Maldini y Luis Suárez, los dos eternos rivales condenados a entender constituyen un peregrinaje obligado para la persona futbolera cuando tiene la posibilidad de dejarse caer por la inmediaciones del Giuseppe Meazza. Se comprende a la perfección por qué se lo ha elegido en varias ocasiones para acoger finales europeas. En pocos sitios la hierba y el balón lucen mejor. 


"El pintor es dueño de todas las cosas que pueden pasar por la mente del hombre"-Leonardo da Vinci, Tratado de pintura



Si Michelangelo es una de los explosiones de talento en la escultura más impactantes que se recuerdan, Leonardo da Vinci representa como nadie el ideal renacentista: el ser humano al que le interesa todo y se entrega a cada cuestión con pasión. Su figura es tan representativa que incluso se lo ha asociado en la novela histórica con los templarios, esa orden que no estaba preparada para que Felipe el Hermoso de Francia les incautase sus bienes, pero sí que tenían activados de forma milimétrica planes con siglos de alcance que gente como Dan Brown han amortizado de forma pasmosa. 



Nuestro genio dejó también su huella en Milán. Si en Florencia es imposible andar por una calle sin encontrar una huella de los Médicis, no caben dudas de que el antiguo ducado tiene un apellido propio: Sforza. Fue precisamente Ludovico Sforza quien encargó a da Vinci la pintura que, posteriormente, ha pasado a la Historia del Arte como La última cena. Advertencia para quienes tengan pensado disfrutarla en Santa Maria delle Grazie, funciona con venta previa y conviene no salir de casa ya con la entrada, debido a lo fuertemente demandada que está la admiración de este fresco nada tradicional, cuya ejecución sigue siendo motivo de apasionado debate artístico. 



Una estatua de Leonardo domina la Piazza della Scala, muy próxima al célebre teatro del mismo nombre. No en vano, el artista pasó veinte años de su vida en tierras milanesas. Igual que durante su breve período a las órdenes de César Borgia (a quien dedicó unos fascinantes e interesante bocetos), da Vinci trabajó para Sforza también en cuestiones de arquitectura militar, siendo uno de los reclamos para los huéspedes del castillo del noble poder compartir espacio con esta figura. 


"Hemos hecho Italia, ahora hemos de hacer a los italianos"-Massimo d´Azeglio. 



El Duomo de Milán es una de las paradas obligatorias, habida cuenta de lo impactante que resulta incluso desde la lejanía. Muy próxima al tempo, hallamos la estatua dedicada a Víctor Manuel II, uno de los distintos guiños al miembro de la dinastía Saboya que realizó la ciudad en su tiempo. Época de unificación controvertida y que todavía a día de hoy traería debate en cuanto a las diferencias regionales que existen a lo largo del país. 



La visita a la catedral puede incluir subir por la torre-mirador, llegando, de manera literal, a andar por el techo de la misma. Si, al igual que Scottie Ferguson o un servidor, sufren de mal de altura, pueden tranquilizarse, las medidas de seguridad son buenas y no produce ninguna ansiedad, salvo en la parte más alta por la que hay que subir una escalera menos protegida. Con todo, una experiencia interesante y que permite lanzar una mirada aérea a la llamada capital de la moda.  



Quede todo ello, nunca mejor dicho, como un simple vuelo de pájaro sobre una ciudad que no puede verse en un día. Magnífica excusa para repetir en un futuro. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES: 



-Entrada al césped de San Siro [Fotografía realizada por el autor del blog]



-Piazza della Scala, estatua dedicada a Leonardo da Vinci [Fotografía realizada por el autor del blog]



-Monumento a Víctor Manuel II [Fotografía realizada por el autor del blog]

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